martes, 20 de octubre de 2015

MANOLO ROMÁN, IN MEMORIAN


Conocí a Manolo cuando me incorporé al Gabinete de Economía Social (GES), dependiente entonces de la Presidencia de la Junta de Extremadura,  dirigida por Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ¡Cuánto agrado, cuánta ilusión y cercanía!

Manolo era Jefe de Servicio del GES, pero además, un probo funcionario y un señor de la cabeza a los pies, ¡sí, de la cabeza a los pies, sin duda!;  en las tardes que me quedaba a trabajar en Mérida, tuve la suerte de conocerle bien, tomar café en su casa, conocer a su familia.

Después del GES, desempeñó otros puestos de responsabilidad funcionarial, hasta que el advenimiento del  Gobex  sobrevino en 2011, y el tsunami partidario lo quiso cambiar todo, apartando a  funcionarios excelentes cuyo pecado era servir a la administración regional, la única que había, fuera quien fuera el partido que la gestionara; creo que hoy sigue siendo necesario analizar si los jefes de servicio tienen o no que ser nombrados por el procedimiento de libre designación ¿por qué no los jefes de sección y los de negociado?. En otras autonomías, y  en la AGE, las jefaturas de servicio son puestos de estructura, a salvo de los vaivenes electorales, mientras aquí están hipotecadas al partido ganador.

Por mi experiencia personal como funcionario de la Junta, incluida la fase Gobex, me duele, pero no me sorprende la decisión de Manolo, que desde que se penalizara a casi todos los que fueran jefes de servicio de las administraciones anteriores, cayó en depresión, con las consecuencias personales acontecidas a primeros de este mes de octubre y que motivan esta reflexión.

Cuando los partidos arriban a las instituciones, hay que pedirles responsabilidad respecto a las consecuencias de sus actos de corporativismo y proselitismo, pues no es ético, ni puede ser legítimo, que perjudiquen a personas y familias a sabiendas, sólo por sentar a simpatizantes y acólitos en todos los puestos;  Presidente y ex Presidentes de la Junta de Extremadura, los funcionarios somos empleados públicos por oposición, jefaturas de servicio inclusive, y no fortalece a la administración el que a todos los que las ejercemos, o ejercimos, se nos cese o nombre por razones ajenas a nuestra aptitud profesional. Más allá de secuestros y devolución de moscosos, canosos y pagas extras con fines electorales, los funcionarios queremos una función pública de calidad, y no ser dominguillos en manos de los dirigentes de turno , sea cual sea nuestro voto y el de los extremeños cada 4 años.

Un servidor,  y la mayoría, pudimos superar el olvido y arrinconamiento impuesto por razones políticas, afortunadamente, sin que nadie nos ofreciera puentes de plata al uso para otros;  Manolo, que no fue ni más ni menos que un funcionario excelente, no pudo, no aguantó la tensión de antes y después; descansa en paz,  querido amigo, y que aquellos que olvidaron tu dignidad profesional sepan reflexionar sobre la responsabilidad que sean capaces de reconocerse.

http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/caceres/manolo-roman-in-memoriam_897914.html

miércoles, 7 de octubre de 2015

LA EPOPEYA DEL ME GUSTA


¿Se acuerdan  de la recientemente fallecida Lina Morgan representando el papel de una pobre tonta  del bote de película? En la vida real de la Hispania nostra, la participación de un bobo o una boba siempre ha sido necesaria en los timos de la estampita o similares, al objeto de motivar y convencer a la víctima elegida, aparentemente una persona de bien a los ojos de la sociedad,  en el que ponen el ojo los timadores para engañarle, haciéndole creer que es fácil hacerse con las estampitas para utilizarlas mejor  que los presuntos tontito o tontita que las tenía.

Siempre existieron necios, y tontos útiles y tontos listos en las Españas, como hubo y hay pícaros, mercenarios, medallistas y comisionistas; el género novelesco, y los modernos medios de comunicación y redes sociales, han inmortalizado a un extenso número de todos estos personajes , presentes en todos los campos de la actividad humana, hasta en los que su existencia sorprende y desmotiva,  por transgredir creencias, principios, promesas, fines o ideologías, ya sea en el seno de empresas, instituciones, organizaciones o asociaciones privadas o públicas, con  o sin fines de lucro.

Avaricia, soberbia, estrategia de engaño, privilegios, resentimiento, venganza, maldad, protagonismo, incapacidad, ingenuidad, clientelismo, amistad, secretos, pasado a maquillar ……¡son tantos los motivos para ser un tonto listo o disfrazarse con el papel de tonto del bote o útil!. El Ego suele ser uno de los de mayor frecuencia estadística, hábilmente alimentado por los psicólogos de sombras humanas o los que realmente manejan los hilos, y a los que el tonto obedece en busca del caramelo, prebenda, palmadita, reconocimiento o medalla posteriores, no importándole convertirse en ejecutor de sus planes, por desagradables o impopulares que resulten….¡ya encontrará un modo de expiación posteriormente!, en vecindarios o santuarios privados inventados por su mente interesada, y no muy ordenada en algunas ocasiones.

El tonto listo no tira piedras a su propio tejado, no a sabiendas al menos, porque sus maniobras, poco transparentes y a veces enrevesadas, pueden devolverle un sopapo con efecto boomerang, y no sería eso lo malo, ¡¡que va, siempre será bueno aislar a estos personajes hipócritas!!, sino que estas prácticas y efectos afean, por extensión, a las organizaciones, asociaciones y empresas a las que se aferran como lapas, para no caer en la oscuridad existencial.

Las redes sociales, escaparates del Ego de casi todos (salvo los que permanecen pasivos, para observar en silencio y archivar para uso interesado posterior), dan testimonio del afán de méritos  y reconocimiento de algunos de nosotros, que contamos, sin pudor alguno, nuestros pretendidos esfuerzos y logros en actividades realizadas en el seno de un equipo u organización,  buscando el reconocimiento del “Me gusta” , del “retuiteo”, del “compartir” o alabanzas de amigos virtuales; alguien, posiblemente un community manager organizacional,  debería analizar las declaraciones y comentarios virales y sus efectos,  y asesorar a sus internautas sobre ello , pues las redes sociales también puede convertirlos  en  tontos útiles del adversario, que puede encontrar argumentos, confirmaciones o alertas para sus críticas en estas “epopeyas” narradas en primera persona en el escaparate virtual.

Lina Morgan ha fallecido recientemente, descanse en paz, más con ella no terminaron los tontos del bote  del timo de la estampita, que lamentablemente seguirán existiendo mientras exista el ser humano.