Conocí a Manolo cuando me
incorporé al Gabinete de Economía Social (GES), dependiente entonces de la
Presidencia de la Junta de Extremadura, dirigida por Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ¡Cuánto agrado, cuánta
ilusión y cercanía!
Manolo era Jefe de Servicio del
GES, pero además, un probo funcionario y un señor de la cabeza a los pies, ¡sí,
de la cabeza a los pies, sin duda!; en
las tardes que me quedaba a trabajar en Mérida, tuve la suerte de conocerle
bien, tomar café en su casa, conocer a su familia.
Después del GES, desempeñó otros
puestos de responsabilidad funcionarial, hasta que el advenimiento del Gobex
sobrevino en 2011, y el tsunami partidario lo quiso cambiar todo,
apartando a funcionarios excelentes
cuyo pecado era servir a la administración regional, la única que había, fuera
quien fuera el partido que la gestionara; creo que hoy sigue siendo necesario
analizar si los jefes de servicio tienen o no que ser nombrados por el procedimiento
de libre designación ¿por qué no los jefes de sección y los de negociado?. En
otras autonomías, y en la AGE, las
jefaturas de servicio son puestos de estructura, a salvo de los vaivenes
electorales, mientras aquí están hipotecadas al partido ganador.
Por mi experiencia personal como
funcionario de la Junta, incluida la fase Gobex, me duele, pero no me sorprende
la decisión de Manolo, que desde que se penalizara a casi todos los que fueran
jefes de servicio de las administraciones anteriores, cayó en depresión, con
las consecuencias personales acontecidas a primeros de este mes de octubre y
que motivan esta reflexión.
Cuando los partidos arriban a las
instituciones, hay que pedirles responsabilidad respecto a las consecuencias de
sus actos de corporativismo y proselitismo, pues no es ético, ni puede ser
legítimo, que perjudiquen a personas y familias a sabiendas, sólo por sentar a
simpatizantes y acólitos en todos los puestos;
Presidente y ex Presidentes de la Junta de Extremadura, los funcionarios
somos empleados públicos por oposición, jefaturas de servicio inclusive, y no
fortalece a la administración el que a todos los que las ejercemos, o ejercimos,
se nos cese o nombre por razones ajenas a nuestra aptitud profesional. Más allá
de secuestros y devolución de moscosos, canosos y pagas extras con fines
electorales, los funcionarios queremos una función pública de calidad, y no ser
dominguillos en manos de los dirigentes de turno , sea cual sea nuestro voto y
el de los extremeños cada 4 años.
Un servidor, y la mayoría, pudimos superar el olvido y
arrinconamiento impuesto por razones políticas, afortunadamente, sin que nadie
nos ofreciera puentes de plata al uso para otros; Manolo, que no fue ni más ni menos que un funcionario excelente,
no pudo, no aguantó la tensión de antes y después; descansa en paz, querido amigo, y que aquellos que olvidaron
tu dignidad profesional sepan reflexionar sobre la responsabilidad que sean
capaces de reconocerse.
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/caceres/manolo-roman-in-memoriam_897914.html