Los
presidentes de las comunidades autónomas de Euskadi y Cataluña han mantenido
recientemente un encuentro tras el que se mostraron preocupados por la
"estrategia de recentralización" que sigue el Gobierno Central
“rompiendo los consensos políticos básicos alcanzados treinta años atrás"
y apostaron por trabajar conjuntamente para hacer frente a este proceso desde
las vías de actualización del autogobierno que vienen demandando, e insistiendo
particularmente Urkullu en los “valores
de paz y convivencia, humanismo, esfuerzo e identidad para poder seguir
progresando, desde un fundamento radicalmente ético y absolutamente
legal, de acuerdo al sentir social mayoritario”.
Según
ambos dirigentes, el Estado español sufre una "crisis institucional del
modelo de Estado" y estamos ante "un momento de cambio en el Estado y
en Europa", que hacen necesario dejar atrás el "fallido Estado
de las autonomías" y construir una "Europa de estados
plurinacionales"; y llegando aquí
es donde creo que tenían que haber suspendido el encuentro y haber invitado al
resto de presidentes, autonómicos y estatal, por ser temas de importancia e
interés para todos los españoles e incluso para todos los europeos.
Además
de ellos dos, otros dirigentes autonómicos y muchos ciudadanos españoles
podemos querer pensar que nuestro Estado pluriautonómico es ineficiente y
mejorable, ya sea porque su propio nacimiento obedeciera a realidades
históricas como elementos de diferenciación (no de suma para reforzar la
cooperación interterritorial), o porque la percepción del funcionamiento desde
todo el Estado no es mayoritariamente satisfactoria, o porque no garantiza el compromiso de todas y cada una de las 17
comunidades junto al Estado para colaborar en la sostenibilidad del conjunto.
Las 18 Instituciones no trabajan en equipo, o insuficientemente, y la acción de
gobierno por parte de cada una de ellas es priorizada en función de su agenda o
calendario de miras localistas, que en casi ningún caso contemplan el interés
general del Estado pluriautonómico y
que no en pocas ocasiones perjudican los derechos de otras Comunidades
Autónomas (incentivos fiscales fronterizos, balanzas fiscales, control de
cuencas fluviales, etc) o incluso olvidan el objetivo del bienestar ciudadano
como fin último de gobierno (cuántas veces hemos visto ignorar la demanda de un
calendario estatal de vacunaciones sanitarias, por ejemplo).
En
cuanto a la denunciada estrategia de recentralización del Gobierno Central, yo
también alertaría de la deslocalización centralista que se ha operado en todas
las autonomías, pues el centralismo
preautonómico de Madrid se ha reproducido en 17 centralismos autonómicos,
dispersando, que no eliminando, el sentimiento de lejanía del poder y falta de
participación social en todas y cada una de las provincias que carecen de
capital autonómica. El Estado de las Autonomías ahí está y es mejorable, y debemos solucionar sus
ineficiencias en este ámbito territorial antes de lanzarlas hacia ámbitos de
interlocución superiores: los proyectos europeos no serán operativos ni
eficientes si exportamos, o escondemos, los errores de fases anteriores ¿quién
o qué garantiza que las naciones o nacionalidades vayan a ser más
representativas, comprometidas, solidarias o colaboradoras que lo fueron esos
mismos territorios en el grado autonómico?
Es
indudable que los dos presidentes citados ut supra creen que será posible
conseguir mayores cuotas de autogobierno y capacidad de decisión a través de
soluciones políticas dialogadas en un contexto europeo, más no se ofusquen:
pertenecer a Europa ha supuesto hasta ahora la renuncia a importantes cuotas de
autonomía de gobierno (les recuerdo que la gestión de la crisis en la UE ha
sido decidida e impuesta a todos por un solo Estado miembro, Alemania, y que
los griegos deciden poco por razones meramente financieras y políticas).
Proclamar
como objetivo la Europa de Estados plurinacionales, cuando entre los Estados nacionales de la Europa en
construcción tampoco existe mucha claridad para definir los intereses comunes
europeos, puede ser un anhelo o sueño mesiánico en el que depositar esperanzas
para escapar de los problemas de nuestras sociedades, para los que no parece
que tengamos soluciones ciertas. Dudo que sea sostenible una Europa de Estados
plurinacionales acordada por meras razones políticas de identidad territorial,
sin que los Estados asociados consensuen previamente la dimensión humana,
social y europea de todos y cada uno de sus ciudadanos.
¿Para
cuándo la Europa de los Ciudadanos?
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/construyendo-europa-ciudadanos_866603.html