El
número de personas que necesitan asistencia humanitaria en el mundo se ha
duplicado en diez años. Los desplazados y refugiados de sus hogares por
conflictos y crisis en todo el mundo alcanzan la cifra de 51 millones de
personas, cifra récord desde 1945; millones de niños se ven impedidos de
asistir a la escuela, a veces durante años. Y la situación es cada vez peor,
para 2050 se estima que hasta mil millones de personas podrían verse
desplazadas por el cambio climático y los desastres naturales que conlleve;
hasta el 40 por ciento de la población mundial podría vivir en zonas con estrés
hídrico severo.
Los
recientes episodios de cientos de migrantes ahogados en las aguas del
Mediterráneo en su éxodo hacia su cielo europeo, debe despertar la conciencia
social global. Ban Ki-moon, Secretario General de Naciones Unidas, ha pedido
oficialmente el apoyo y esfuerzo de la comunidad internacional para hacer
frente a la difícil situación de los refugiados, para establecer con urgencia
compromisos mundiales con las personas más vulnerables del mundo y para exigir
cuentas a los criminales y traficantes que los explotan y a los que violan el
derecho internacional humanitario y los derechos humanos.
Mientras
estas tragedias humanitarias se siguen sucediendo, desde algunos sillones de la
ONU se discute sobre el alcance que ha de tener la labor humanitaria, sobre los
requisitos o carnés que han de poseer los migrantes para ser considerados
refugiados o apátridas; no son pocos los responsables gubernamentales que
discuten si son galgos o podencos, que hablan de desplazados políticos o
económicos para establecer diferencia de trato, como si el hambre, el
sufrimiento y la muerte dolieran mas o menos en función de que fueran políticas
o de exclusión económica las razones que motivaran el viacrucis de la miseria.
La
política y la economía suelen ir de la mano, casi se ven determinadas la una
por la otra; los migrantes proceden de países en guerra o gobernados de aquella
manera, en la mayoría de los casos a causa de sus recursos naturales, cuya explotación ha sido ancestralmente
ansiada por intereses extranjeros o por políticos que no dudan en registrar a
su nombre las riquezas de todos, motivos que han de reforzar los meramente éticos
y humanitarios para despertar la conciencia social global, para provocar la
intervención seria y real de las naciones soñadas como tierra prometida por
parte de los migrantes.
Los
países reclamo no pueden acoger a todos los migrantes más allá de cuotas
sostenibles social y económicamente, por lo que urge que trabajen en
cooperación con los países origen por el desarrollo sostenible y la
consolidación de la paz para crear posibilidades de subsistencia digna para sus
habitantes; es posible un mundo donde el sufrimiento humano se reduzca
enormemente, pues el dinero todo lo pudo siempre y todo lo mueve, y como
ejemplo sirvan los lujosos oasis e islas artificiales construidos con petrodólares en las arenas y costas del
desierto para solaz de los Epulones actuales.
Debemos
encontrar maneras de satisfacer las necesidades de millones de personas
afectadas por los conflictos o catástrofes actuales y los de los próximos años.
Dimensionar el humanitarismo en un mundo rápidamente cambiante es la razón por
la que el Secretario General de la ONU ha convocado la Primera Cumbre Mundial Humanitaria en Estambul, en 2016. La
degradación ambiental, el cambio climático, el crecimiento de la población y la
escasez de recursos se acumulan a nivel mundial a las consecuencias del
subdesarrollo, la pobreza y la desigualdad haciendo a la gente más vulnerable.
Los desastres naturales ocurren con mayores frecuencia, daños y duración, y al
mismo tiempo, la acción humanitaria conlleva riesgos, aumentando cada año el
número de trabajadores humanitarios víctimas de la violencia.
La
Cumbre Mundial Humanitaria será incluyente y reunirá a todas las partes
interesadas en acciones humanitarias, incluyendo gobiernos, organizaciones
humanitarias como las Agencias de la ONU, las ONG, el movimiento de la Cruz
Roja y Media Luna Roja, las personas
afectadas por conflictos o catástrofes, las organizaciones de la sociedad
civil, ejércitos, académicos, redes de la diáspora, grupos confesionales y el
sector privado. Es el momento de realizar un esfuerzo colectivo global para
solucionar nuestros desafíos humanitarios actuales y futuros; se lo debemos a
los millones de personas afectadas por crisis en todo el mundo para garantizar
una vida digna para todos.
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/galgos-podencos-humanitarismo_871923.html