Me hago eco de la entrañable
reflexión de una madre acerca de su hija, aquella querida hija a la que parió
única en este mundo de diferentes; ¡¡ qué distinto sería todo en mano de las
madres!!
“Un
nueve de septiembre, una joven de veintidós años dio a luz a una niña rubia, de
piel muy clara y suave, con algunas pequeñas deformaciones -quizás provocadas
por el parto- pero le quedó una de por vida: la niña había nacido con
ACONDROPLASIA, una de las más de doscientas variedades de enanismo. Según la
Real Academia de la Lengua Española, enano es una persona de extraordinaria
pequeñez. Personaje imaginario de los cuentos infantiles, con figura humana, de
baja estatura y en ocasiones con poderes mágicos.
¡Dios mío!, ¿de dónde voy a sacar unos zapatos para ella? se preguntó al destapar la toalla que envolvía la ausencia
de sus cartílagos y ver los tres centímetros de pie, pero al instante reaccionó, !qué me importan ahora unos zapatos!;
tengo a mi hija entre mis brazos , tan linda, una muñequita, irradiando un don
especial que ilumina todo en la oscuridad.
Pasaron los días, las
dificultades de su crianza, y la niña fue cumpliendo años, y haciéndose mayor
también lo hacían sus limitaciones. Hubo que soportar miradas, lamentos
inoportunos, comportamientos fuera de lugar, en el colegio, en la calle…en
tantos sitios. Su madre se preguntaba ¿dónde está el respeto?. Cuántas
crueldades soportadas desde edad temprana , cuando alguien delante de ella
hacía una señal en la pared para medir a otros niños y saber cuánto iban
creciendo; cuántos iban deprisa sabiendo que la dejaban atrás, por el cansancio
rápido típico de su mayor gasto energético; cuánta segregación por parte de una
de sus maestras, premiando a otra niña porque sacaba buenas notas y a ella la
humillaba delante de toda la clase… ¡¡y aquella profesora que la suspendió en
música porque sus diminutos deditos no le dejaban tapar los orificios de la
flauta dulce!!. Cuántas aberraciones calla su madre, que no cuenta porque la
saliva se cristaliza en su garganta, atragantándose de dolor.
¿Por qué tienen que estar condenados de por vida a recibir mofas,
ofensas, discriminación?
Para sus padres no era una maldición o un castigo, sino todo lo
contrario, un manantial de ternura, una mina de un bien preciado. El tiempo la
ha ido cubriendo con una especie de coraza que oculta su discapacidad, pues no
es dolorosa su enfermedad a pesar de algunas típicas dolencias, sino la
discriminación que sufre por soportarla.
Para pasear no necesita altura,
para escuchar música tampoco, para comer, para reír, para gritar, para
estudiar, para amar… tampoco. Para llegar a los estantes, es tan fácil como
arrastrar un taburete, porque vivimos en una sociedad adaptada a una talla de
1,60 cts., ¿quién llega a los cajeros automáticos, a los teléfonos públicos,
interruptores de luz, cerraduras, mirillas, mostradores, a los automóviles con
1,00 metro de altura?..
Le encanta trabajar, se levanta todos los días a las seis de la mañana,
ilusionada por compartir con sus compañeros los momentos de descanso, chatear
con amigos, quedar a todas horas con todo el mundo; ¡como tengo la agendita
hoy! , exclama a veces.
Un día le dijo a su padre: mañana empiezo a trabajar, y se fue a
desempeñar un trabajo que no requiere de altura, sino inteligencia, dando
seguimiento a sus tareas; de esto hace ya trece años, siempre con la sonrisa por
bandera.
Pero no se queda ahí la cosa, no; hoy está con su marido, compartiendo cariño,
comprensión, aceptación, viviendo la normalidad no estereotipad, con una
placidez que para sí quisieran más de dos parejas de altos. Tenía un amor
reservado , a la medida de sus gustos, de sus ilusiones, de sus caricias
diferentes a las que no tenía por qué renunciar, porque tienen todo el derecho a amar, a compartir, a disfrutar.. A
VIVIR. No hay días suficientes para contar anécdotas de sus historias, de
su autoestima, de sus ganas de vivir, de usar la inteligencia para impedir que
cosas nimias obstruyan su camino.
Es muy urgente formar a la
sociedad con respeto a la diversidad, que tanto la enriquece con tantas
diferencias para que sean aceptadas. Hay que huir de la concepción errónea de
la historia dónde a los bajitos se les tenía como amuletos y bufones.
Hoy su madre, desde el balcón de
la vida quiere levantar un monolito en su honor, un monolito en soporte de
papel, para que cunda el ejemplo del coraje de vivir. Quiere rendirle homenaje
por su historia, digna de encomio, que tanto le ha aportado, pues su pequeñita
ejerció de docente para ella, en la carrera de la vida, la experiencia
convertida en amor, dolor, sufrimiento, alegrías, tristezas, desilusiones,
proyectos, risas, muchas risas, y grandezas.
Aquello que tanto suplicó ¡Dios
mío, si me llevas contigo un domingo, llévatela a ella el sábado! ¿Al cuidado
de quién se quedará?, ¿la atenderán cuando esté enferma?, ¿la soportaran cuando
en algo falle?, ¿la consolarán en el dolor de su alma? Hoy todo eso quedó en el
olvido, porque el quiero ganó al puedo, porque en la vida nada queda en el
vacío, todo vuelve multiplicado, porque en el corazón de todos los inviernos
vive una primavera palpitante, porque los ¿por qué? han encontrado su respuesta. A mi hija, con respeto y amor de su madre”
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