La
crisis financiera mundial viene provocando desde 2008 serias dudas sobre la
credibilidad y eficiencia de casi todas las Instituciones y Organismos
públicos, antes no discutidos; es el caso de la Unión Europea, en una situación
continuada de crisis que pone en aprietos el proceso de integración, haciendo
necesaria la redefinición del pacto europeo: la crisis griega, la problemática
rusa en Ucrania, la mortandad de refugiados en el Mediterráneo, la frivolidad
calculada de Gran Bretaña con la UE, etc.; estas sucesivas crisis han obligado
a estirar los poderes fundacionales de las instituciones de la UE (la compra de
grandes cantidades de deuda soberana por parte del BCE para rescatar países y
bancos, p.ej.), a pesar de lo cual, la respuesta de Europa no satisface, lo que
está poniendo en cuestión la confianza y apoyo de los ciudadanos europeos, que
pedimos soluciones que la UE no nos proporciona.
La
insatisfacción e incertidumbre generalizadas provocan el crecimiento de los
niveles de abstención y un cambio considerable del voto hacia opciones
emergentes, anticorrupción, regeneradoras de la democracia , populistas euroescépticos, partidos
anti-inmigración o un marcado giro hacia el populismo de derecha, incluso el
extremismo. El apoyo creciente por el Partido de la Independencia Reino Unido
(UKIP), la Alternativa für Deutschland (AFD) en Alemania, la Liga Norte en
Italia, el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), el neo- fascista partido
Jobbik en Hungría, Amanecer Dorado en Grecia y los Demócratas de Suecia son los
principales ejemplos de esta última tendencia.
Importantes
causas del euroescepticismo son que la zona euro crea divergencia en lugar de
convergencia y la pérdida del principio democrático de la soberanía y
autodeterminación de los pueblos; la revuelta electoral griega sería una
respuesta contra la integración europea: no es una democracia si el poder de
gobierno ya no se ejerce o se mantiene por el pueblo ni el gobierno
elegido tiene poder para poner en práctica su programa electoral. Siguiendo
esta lógica, está en juego el sentimiento de humillación del pueblo soberano
griego, que podría decidir la salida de la zona euro, Grexit, como resultado de
una elección democrática e igualmente legítima, pero posiblemente traumática,
para los griegos, para la Unión Europea, los Estados adheridos y el pacto
europeo.
Y el euroescepticismo
puede crecer en los próximos años. El Reino Unido parece decidido a celebrar en
2016 un referéndum sobre su permanencia, abriendo la posibilidad de su salida,
Brexit (en este caso por razones calculadas de estrategia negociadora) y en España, como en Grecia, partidos
emergentes podrían obtener importante peso electoral en las elecciones futuras,
¿qué postura y posición adoptarán en y hacia la UE?
Otra
razón importante a resaltar es que la política económica neoliberal globalizada
precisa de los partidos de centro-derecha que dominan las Instituciones
europeas, para imponer la liberalización económica, la desregulación del
mercado laboral y la reforma del bienestar bajo la nueva Estrategia Europa
2020. Los tratados en negociación, casi top secret, para el libre comercio con
EEUU (TTPI) y del comercio de servicios (TISA) son una expresiva prueba de que
Europa ha sido raptada de nuevo a los ciudadanos, en esta ocasión por los eurodólares,
por el poder económico y financiero global; los países europeos adoptan
programas de austeridad fiscal y recortan el gasto de asistencia social, los
servicios públicos y el empleo del sector público (obviando las consecuencias
de la deuda pública y de la creciente desigualdad social). Como consecuencia
sociológica, las personas se sienten cada vez más inseguras personalmente y
tienden a mostrar menos apoyo a la solidaridad colectiva; se acrecienta el
individualismo: la solidaridad europea se debilita.
¿Cómo
podemos responder a estos retos en esta era de austeridad? Debemos ser audaces
y rechazar la agenda anti-estado que ha cobrado vigencia en las Instituciones
Europeas, promoviendo activamente la coexistencia de la libertad individual con
la responsabilidad colectiva, comunitaria, evitando que la preservación de la
identidad y los intereses nacionales vayan en detrimento de la solidaridad y
cooperación económica y política de la UE. La política progresista tiene un
papel importante que desempeñar en la configuración del futuro de Europa. Este
destino exige desafiar la noción de que no hay alternativa al status quo
económico de los recortes radicales de gastos sociales y de la sociedad dual de
satisfechos y excluidos que se está consolidando.
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/europa-otra-vez-raptada_877081.html