El Debate sobre el Estado de la Nación de 2014 se ha
celebrado recientemente en el Congreso de los Diputados (sería reconfortante
que en el Debate de 2015 se hablara del estado o situación de los españoles);
hemos escuchado al presidente Rajoy declararse satisfecho por la evolución de
los datos macroeconómicos, que le sugieren que en el 2015 podríamos conseguir
que el Producto Interior Bruto (PIB) creciera y comenzara la creación de empleo
en nuestro país, objetivo que reforzará desde el gobierno con el
establecimiento de una tarifa plana de las contingencias comunes de la
seguridad social (100 euros dijo, que sin duda se duplicarán con las
cotizaciones de Desempleo, Formación Profesional y Fogasa, que olvidó
mencionar).
Entre los datos macro, el
presidente obvió uno de los principales por su dimensión y consecuencias
presentes y futuras: la Deuda Pública
española, agujero negro que ronda el billón de euros (21.411 euros por
habitante), y que supone tirar a la basura unos 40.000 millones de euros al
año, por pago de intereses.
Si tenemos en cuenta que el
déficit del Estado se va a 70.000 millones de euros, el de la seguridad social
a 18.000 millones de euros, el de nuestra Balanza de Pagos al 6%, que los desempleados son 5 millones de personas
(3 millones los españoles en la pobreza severa), que tenemos una economía
sumergida del 28% y un fraude fiscal del 8% del PIB, que los bancos y cajas
rescatados a costa de todo el país mantienen el crédito desplomado y no
realizan su función (oxigenar con liquidez a las pymes), que el consumo y la
inversión padecen depresión severa, que nuestros jóvenes tienen que exiliarse
en busca de futuro.....¿para qué nos sirve esa devoradora y sangrante deuda
pública?
Yo se lo diré: entre otros efectos, arruinó nuestro
presente común e hipotecará nuestro futuro, y el futuro de nuestros hijos
y de nuestros nietos y bisnietos
incluso, pues los ingresos que se consiguen con la deuda se van en pagar los
intereses de la misma y en mantener en estado vegetativo a un Aparato Estatal
cada vez más debilitado y antisocial, en el que los “padres de la patria” y
compañía se mantienen impasibles y engolados con sus “armaduras relucientes”,
mientras el pueblo pasa hambre y pierde derechos sociales, la vivienda, el
empleo y hasta la esperanza en un futuro mejor.
El presidente Rajoy parece haber abrazado la filosofía
económica de los antiguos fisiócratas, en la que vale el laissez faire
en la búsqueda individual del beneficio, al margen de la ética o moral,
abandonando los objetivos de un precio justo y de un salario justo.
Orientación económica propia del Despotismo Ilustrado que oprimió nuestro país
en el siglo XVIII, ejerciendo en
nombre del pueblo un poder aún más absoluto que el ejercido por los reyes
absolutistas habidos y por haber, pero quiero resaltar que mientras que
aquellos Ilustrados se guiaban por el lema “todo para el pueblo pero sin el
pueblo”, Rajoy y seguidores proclaman
“todos los recortes para el pueblo”, con lo que no es que hayamos
retrocedido 35 años en derechos y logros sociales, sino que se nos ha
transportado por decretazo a la vida y corte de Carlos III, cuando menos.
Con ocasión del recorte en cuanto a uso de vestimenta
popular decretado por el ministro Marqués de Esquilache en 1766, tras un fuerte
subida del precio del pan, el pueblo español se rebotó contra los oligarcas, y
yo me pregunto: ¿hasta cuando
callaremos los sufridos españoles y aguantaremos la soga de recortes con la que
nos asfixian los nuevos Esquilaches?
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/otra-vez-esquilache_791710.html