martes, 11 de marzo de 2014

OTRA VEZ ESQUILACHE


El Debate sobre el Estado de la Nación de 2014 se ha celebrado recientemente en el Congreso de los Diputados (sería reconfortante que en el Debate de 2015 se hablara del estado o situación de los españoles); hemos escuchado al presidente Rajoy declararse satisfecho por la evolución de los datos macroeconómicos, que le sugieren que en el 2015 podríamos conseguir que el Producto Interior Bruto (PIB) creciera y comenzara la creación de empleo en nuestro país, objetivo que reforzará desde el gobierno con el establecimiento de una tarifa plana de las contingencias comunes de la seguridad social (100 euros dijo, que sin duda se duplicarán con las cotizaciones de Desempleo, Formación Profesional y Fogasa, que olvidó mencionar).

Entre los datos macro, el presidente obvió uno de los principales por su dimensión y consecuencias presentes y futuras: la Deuda Pública española, agujero negro que ronda el billón de euros (21.411 euros por habitante), y que supone tirar a la basura unos 40.000 millones de euros al año, por pago de intereses.


Si tenemos en cuenta que el déficit del Estado se va a 70.000 millones de euros, el de la seguridad social a 18.000 millones de euros, el de nuestra Balanza de Pagos al 6%,  que los desempleados son 5 millones de personas (3 millones los españoles en la pobreza severa), que tenemos una economía sumergida del 28% y un fraude fiscal del 8% del PIB, que los bancos y cajas rescatados a costa de todo el país mantienen el crédito desplomado y no realizan su función (oxigenar con liquidez a las pymes), que el consumo y la inversión padecen depresión severa, que nuestros jóvenes tienen que exiliarse en busca de futuro.....¿para qué nos sirve esa devoradora y sangrante deuda pública?

Yo se lo diré: entre otros efectos, arruinó nuestro presente común e hipotecará nuestro futuro, y el futuro de nuestros hijos y  de nuestros nietos y bisnietos incluso, pues los ingresos que se consiguen con la deuda se van en pagar los intereses de la misma y en mantener en estado vegetativo a un Aparato Estatal cada vez más debilitado y antisocial, en el que los “padres de la patria” y compañía se mantienen impasibles y engolados con sus “armaduras relucientes”, mientras el pueblo pasa hambre y pierde derechos sociales, la vivienda, el empleo y hasta la esperanza en un futuro mejor.

El presidente Rajoy parece haber abrazado la filosofía económica de los antiguos fisiócratas, en la que vale el laissez faire en la búsqueda individual del beneficio, al margen de la ética o moral, abandonando los objetivos de un precio justo y de un salario justo. Orientación económica propia del Despotismo Ilustrado que oprimió nuestro país en el  siglo XVIII, ejerciendo en nombre del pueblo un poder aún más absoluto que el ejercido por los reyes absolutistas habidos y por haber, pero quiero resaltar que mientras que aquellos Ilustrados se guiaban por el lema “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, Rajoy y seguidores proclaman  “todos los recortes para el pueblo”, con lo que no es que hayamos retrocedido 35 años en derechos y logros sociales, sino que se nos ha transportado por decretazo a la vida y corte de Carlos III, cuando menos.

Con ocasión del recorte en cuanto a uso de vestimenta popular decretado por el ministro Marqués de Esquilache en 1766, tras un fuerte subida del precio del pan, el pueblo español se rebotó contra los oligarcas, y yo me pregunto:  ¿hasta cuando callaremos los sufridos españoles y aguantaremos la soga de recortes con la que nos asfixian los nuevos Esquilaches?

http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/otra-vez-esquilache_791710.html